30 May Buzzwords: palabras o expresiones de moda que inundan las conversaciones de negocios
«¿Para que piden tanto nivel de inglés si el trabajo es España y con españoles?». Es una queja extendida entre muchos aspirantes a una oferta laboral tras salir, quizá algo trasquilados, de una dura entrevista en la lengua de Shakespeare. Y la respuesta a su legítima pregunta podría ser: «¡Precisamente por eso!». Y es que de un tiempo a esta parte se diría que toda frase de negocios que se precie y aspire a provocar un impacto en su interlocutor debe contener al menos un anglicismo más o menos de moda en su enunciado.
Un buzzword es una palabra o expresión de uso no común que de pronto se pone de moda y parece estar en boca de todos. En el ámbito de los negocios, los de origen anglosajón son los predilectos. Términos como el propio buzzword, lead, engagement, empowerment, go to market, feedback, downsizing, big data, employer branding, mainstream, storytelling la lista es interminable y no deja de crecer. «Siempre ha habido una cierta fascinación por lo que viene de fuera», reconoce Javier Lascuráin, coordinador general en Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA). El problema, añade, es que el «el abuso de extranjerismos innecesarios tiende a reducir el uso de palabras españolas que podrían cumplir esa misma función, casi siempre con ventaja porque son más claras para una gran mayoría de los hablantes».
«Siempre ha habido una cierta fascinación por lo que viene de fuera»
La globalización ha propiciado que las palabras y expresiones en inglés se propalen como un virus de difícil curación en los entornos profesionales. Carlos Herreros, especialista en neurociencia aplicada a las organizaciones, lo achaca al que, según él, es uno de los grandes males del mundo de los negocios actual: la imitación. «Los consultores son los grandes propagadores de los buzzwords empresariales. Ellos son quienes los trasladan a las empresas y allí, por emulación y porque siempre resulta más cómodo repetir las ideas ajenas que generar nuevas propias, acaban triunfando».
¿Eficacia o pedantería?
Los defensores de los buzzwords aducen razones de eficacia. «El éxito de toda comunicación empresarial depende tres factores fundamentales: claridad, velocidad y eficiencia. Y muchos de estos términos anglosajones contribuyen a cumplir mejor con los tres. ¿Por qué decir ‘correo electrónico’ o ‘fecha de entrega’ cuando es más corto y sencillo hablar de email o deadline?, reflexiona Sam Gratton, director de Gratton Communications.
En algunos casos, el uso de extranjerismos sí parece justificado en aras de esa economía de lenguaje que debe presidir toda comunicación profesional. Sucede, por ejemplo, «cuando la palabra extranjera ocupa un hueco que nuestro idioma no tenía cubierto, o cuando ofrece al castellanohablante algo que no encuentra en su propia lengua (brevedad, sonoridad, ciertos detalles…)», concede Lascuráin. Por su parte, el especialista en marca personal Andrés Pérez Ortega destaca que palabras como branding, networking o coaching –que sí tienen una traducción más o menos ajustada en castellano-, se han acabado incorporando al vocabulario cotidiano porque incluyen una serie de matices que sería más farragoso de explicar en la lengua local. «Tendríamos que hablar de ‘un proceso de construcción de una marca’, de ‘desplegar una red de contactos’, de ‘una gestión de creencias para conseguir un resultado’… Es más sencillo cuando consigues condensarlo todo en una sola palabra», argumenta.
En determinadas situaciones un buzzword también puede servir para revitalizar o reorientar una reunión. Pero siempre con mesura. «Es como los tacos. Soltar alguno de vez en cuando puede ser útil para reforzar una idea, facilitar la comprensión o sintonizar con las personas a las que te diriges. Pero convertirlo en una costumbre o emplearlos en entornos en los que no son habituales no sólo no es eficaz, sino que seguramente será visto como una ofensa», dice Pérez Ortega.
España es el país en el que el nivel de inglés más ha crecido en los últimos 10 años, según Hexagone
Pero ni la concisión ni la oportunidad de un golpe de efecto deberían ser tomados como carta blanca para convertir una conversación de trabajo en un galimatías de «palabros» sin sentido. «El abuso de esas voces, en contra de lo que creen quienes las emplean, a menudo entorpece la comunicación. No podemos dar por supuesto que nuestros interlocutores, sobre todo si nos dirigimos a un público no especializado, van a saber qué es upfront, fact-cheking o workflow, advierte Lascuráin. El coordinador de la Fundéu BBVA aconseja que antes de usar un extranjerismo de forma acrítica, «nos paremos un segundo a pensar (o a consultar) si hay una voz española equivalente».
Aunque también puede pasar que exista ese término equivalente pero resulte, a oídos de quien ha de utilizarlo, menos glamuroso que su buzzword correspondiente. De hecho, el esnobismo (del término inglés snob) y el deseo de aparentar es, a decir de los expertos, una de las principales razones que hay detrás de ese amor desmesurado por los anglicismos. Es, señala Andrés Pérez Ortega, «el postureo de las fotos de Instagram o Facebook trasladado al vocabulario. Se trata de parecer más que de ser, de obsesionarse por la forma en lugar de centrarse en el fondo».
«Se trata de parecer más que de ser, de obsesionarse por la forma en lugar de centrarse en el fondo»
Para algunos los buzzwords funcionan como una especie de santo y seña, es su manera de identificarse ante sus iguales… y de marcar distancias con aquellos que no juegan en su liga.
La resistencia
No falta quien se rebela contra esta moda y practica una «resistencia» activa frente al anglicismo innecesario. Aunque a veces esa postura signifique nadar contra corriente. Pérez Ortega anima a los disidentes a hacer de su debilidad una fortaleza. «Cuando todo el mundo se sube a un tranvía menos uno, conviene preguntar a este último por qué se queda en tierra. Si eres el único que evita deliberadamente esos términos y empiezas a utilizar los correspondientes en español, llamarás la atención. Y si lo haces con gracia y con estilo propio, puedes generar una corriente de sintonía y cercanía», asegura.
Los directores de comunicación Estanislao Echazú y Ramiro Rodriguez son dos de esos rebeldes. Juntos acaban de publicar el Primer Glosario de Comunicación Estratégica en Español. Dirigido a los profesionales del periodismo, la comunicación, la publicidad y el marketing, este trabajo ofrece alternativas en castellano a los incontables términos extranjeros que abundan en estas disciplinas. «En ciertos ámbitos parece que avergüenza expresarse con terminología en español. En reuniones de trabajo o exposiciones académicas está prácticamente aceptado que utilizar anglicismos es sinónimo de mayor profesionalidad o conocimiento, y por ese motivo logran instalarse y posicionarse por encima de nuestra lengua», denuncia Echazú.
Sam Gratton, no cree que la supuesta invasión de los anglicismos sea para tanto. «El número de términos ingleses que necesitas manejar para desenvolverte en una conversación de negocios no pasa de 50. Y aunque conocerlos y usarlos adecuadamente no implica necesariamente que tu nivel de inglés sea alto, sí evidencia que tienes un buen conocimiento de los conceptos empresariales más actuales».
Eso sí, este británico afincado en España y especialista en la enseñanza del inglés para los negocios reniega de las pronunciaciones forzadas y engoladas. Según Gratton, para que estos términos anglosajones cumplan bien su función comunicativa deben sonar lo más «españoles» posible. «Porque si se intenta darles un sonido de inglés nativo, se produce un efecto extraño que te saca de la conversación. Es como intentar cantar la letra de un tema de rock con el estilo de un cantante de opera. Suena pretencioso y te hace sospechar que esa persona está usando esas palabras simplemente para presumir de su alto nivel de inglés».
Invasivos o no, concluye Javier Lascuráin, el uso de anglicismos resulta especialmente irritante cuando no aportan ningún significado ni matiz extra al contexto, o cuando no aluden a ninguna realidad nueva o especializada, sino a la pura y mundana cotidianidad. «Porque organizar un meeting para tener un update con los partners, no te hace más interesante que si lo que organizas es una reunión para ponernos al día con los socios. Solo te hace parecer más esnob».
Fuente: eleconomista